16 de julio de 2007

WALTHER

(Se pronuncia Walter)

Un héroe anónimo, de esos que nunca veran su foto en la portada de El Gráfico o de Onze, el ciudadano Walter ocupará por siempre un puesto en los corazones -y en los hígados- de El Gran Aguante Tiburón.

Llegaba la caravana del Aguante con Kiko, Balde, Peluka -la grata revelación del paseo-, Miss Ean, Pitufo, la hermana del Pitufo, Pitufina, el Profe y Maurinho a la ciudad de Girardot en una noche de completa felicidad, pues la selección Colombia acababa de golear a su semejante del Perú en las eliminatorias, y hasta Angel había convertido. La tropical ciudad nos recibió de noche, sudados, medio tomados, y sin un lugar para descansar nuestros atareados cuerpecitos, más que la "finca de Walter", posada que Kiko había gestionado eficientemente.

"Ya vengo, es que parece que hay alguien en mi casa" dijo un ebrio Walter apenas llegamos a la entrada de su finca, que en realidad era una humilde casita en un conjunto con piscina. Frente a un televisor de 17' de la tienda, junto a la porteria comandada por el celador que se negó a timbrarle al joven Walter a pesar de nuestros reiterados pedidos, el grueso del Aguante vió pasar los primeros 15, los primeros 30, todo el primer tiempo de Venezuela vs Uruguay. Fue en el intermedio cuando la desesperación se apoderó del Pitufo y del Profe, y justo cuando iban a irse con su música a otra parte -sabrá Dios a donde, pues no tenían plata y era un festivo-, el ojirojo Walter apareció entre la noche, cruzó la portería y explicó que pasaba.

"Es que está mi papá en la casa con una vieja", fue su escueto comunicado, y se regresó, cruzando la portería que separaba la finca del resto del planeta. Mientras Uruguay hacía su negocio sacándole un punto al combinado patriota, y la cerveza de la tienda empezaba a escasear por el gran aburrimiento y el insoportable calor de la espera, la gente del Aguante se preguntaba "que hacemos?". Las niñas ya tenían cara de velorio, los hombres estaban al borde de un soponcio y Balde ya se había dormido, tras realizar magistralmente la gran Alejandro Balderrama: mezclar litros de cerveza con litros de aguardiente desde las 11 de la mañana.

De un momento a otro, Walter apareció, despertó a Balde y dijo: "listo, entremos".
-Y su papá? preguntó el Aguante casi al unísono.
-Lo saqué.

Walter el borracho, aquel joven profesor de tennis y amante del trago, había sacado a su papá, al hombre que le dió la vida, para darle su casa a los desconocidos del Aguante. Aún hoy nos quitamos el sombrero ante su gesto para con el equipo. Un grande Walter.

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